En 1944, siete años después del descubrimiento de América y bajo el pontificado del español Alejandro VI, fue solemnemente dado al culto público, en la iglesia d San Mateo en Roma, un ícono famoso hoy en todo el mundo por su belleza y sus milagros: el cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Su origen es antiguo y oscuro. La pintura, de inspiración bizantina, es según los estudiosos de arte e historia, originaria de la isla de Creta; y de la segunda mitad del 900 o la primera del 1000. Por esa época el griego Nicéforo Focas liberó a Creta de los sarracenos. Probablemente sea la misma imagen que por entonces era sumamente venerada con el nombre de Cardiótissa di Lassithi. Se sabe que fue robada: seguramente debido a las joyas que la adornaban. Aparece en Roma, llevada por un comerciante, cuando contaba ya unos 500 años.

En la iglesia de San Mateo fue venerada durante otros 300 años; hasta que la revolución francesa destruyó el templo e hizo desaparecer el cuadro. Recuperado en 1866 y confiado por el Papa Pío IX a los Padres Redentoristas, fue nuevamente colocado en un altar; ahora de la iglesia de San Alfonso, construída a pocos pasos del anterior santuario de la Virgen. Las fiestas de la coronación fueron al año siguiente.

Hoy la devoción de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se han extendido por el mundo entero llevada por los Misioneros Redentoristas. En algunos lugares es asombrosa la concurrencia de los fieles a la "Novena Perpetua" de los miércoles (Curitiba, Brasil, 10.000 personas. Singapur, en la península de Malaca, 20.000. Manila, Filipinas, 40.000). En Haití ha sido declarada Patrona Nacional.